Existe una leyenda que termina por comprobar que el mundo es redondo, pues dos personas, sin importar la ciudad, el país o el continente en que se encuentre en este momento, siempre y sin importar la circunstancia, tendrán que conocerse, pues es su destino, el hilo rojo que cuelga de su meñique, dicta que ellos han de estar juntos siempre.